Y para rematar el día, volviendo a Labuan puedes ver mantas en un punto a medio camino. No te aseguran que vayas a verlas, y en nuestro caso parecía que iba a ser así. Llegó un momento a medio camino que el barco empezó a dar vueltas en círculo y redujo la marcha sustancialmente. Paró, y siguió, paró y siguió…así un rato. Hasta que decidió poner rumbo a Labuan. Pero unos minutos después paró de golpe y tras unos gritos entendimos que debajo del barco estaban las mantas. Todos al agua!. Y sí, allí estaban, en el fondo, unas 8-10 mantas juntas, sin prisa pero sin pausa, con ese movimiento pausado bajo el mar. Y sin esperarlo, sin darnos cuenta, se acercaron dos más por detrás nuestro a 1 m. de distancia!. Fue impresionante.!. Un momento que nunca olvidaremos, casi más que ver el Dragón de Komodo